sábado, 5 de febrero de 2011

Enostia

La enostia es la añoranza por un tiempo, momento o estado no vivido.
Todos podemos tener buenos recuerdos de un momento de nuestra vida, o de un lugar donde vivimos, y sentirnos atraídos por regresar allí y sentir melancolía por su ausencia.
La enostia es un sentimiento parecido, pero sobre algo que no pertenece a nuestra experiencia personal, es un falso recuerdo añorado.
Pueden ser tiempos vividos por nuestros padres, y que de tanto oír hablar de ellos han acabado formando parte de nuestro imaginario personal; o escenas de películas tan vívidamente contempladas, que ante su recuerdo sentimos su ausencia o melancolía por su lejanía como propia.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Populescencia

La populescencia es la característica humana de admirar aquello que la sociedad admira supeditando el criterio propio a un criterio popular o generalizado.
La populescencia se hace más evidente en aquellos casos en los que el juicio es subjetivo, como podría ser opinar una obra de arte, o cuando se requieren conocimientos o habilidades previamente adquiridas, como podría ser evaluar un vino. En esos casos el populescente asume los criterios generalizados como propios, en ocasiones incluso los sustituye completamente, castrando su propia opinión.
La populescencia llena cada año los museos del mundo de visitantes para admirar obras de artistas que en realidad no admiran, vende anualmente millones de libros de autores de renombre que jamás van a ser leídos, fleta aviones para visitar lugares que no interesan y es la base económica de regiones en las que popularmente se ha hecho famosa la elaboración o recolección de un producto que en el fondo no difiere de los elaborados en otros lugares.
La populescencia podría interpretarse también como la atracción hacia lo popular o famoso. Los populescentes sienten una especial admiración por los presentadores de televisión, los periodistas que aparecen en los noticiarios, o los hombres del tiempo. Un admiración muy por encima de lo que objetivamente esas personas representan o aportan a la sociedad.
La populescencia nos hace admirar la torre Eiffel, las pinturas de Velázquez, las composiciones de Mozart, y sin embargo no reparar, o incluso despreciar, las obras arquitectónicas, artísticas o musicales, que tenemos mucho más cerca en el tiempo o espacio, como los graffitis en las estaciones del tren que nos va a llevar a ver esos museos.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Inverdad

Una inverdad no es una mentira. Es algo que no es en sí mismo cierto, que en modo alguno puede considerarse como verdadero, pero que tampoco significa que sea en sí mismo falso. Eso las hace pertenecer al amplio limbo de los hechos pendientes de demostración, al de los hechos que carecen de esa cualidad -verdad o mentira-, o que poseen ambas simultáneamente.
Si digo, por ejemplo, "ahora llueve en Moscú", es una inverdad. Lo es para mí, dado que no estoy allí para comprobarlo. Y para el lector, porque mi "ahora" no tiene porque ser su "ahora".
Lo verdadero y lo falso no constituye, como por el lenguaje podría parecernos, una dualidad. Lo verdadero y lo falso son como dos colores, azul y rojo, que vemos claramente identificables, pero hay otros muchos colores que no vemos, o que no vemos con tanta claridad, o que no queremos ver. Uno de esos colores son las inverdades.
El problema de las inverdades es que, al no ser falsas, parecen verdades, y al no ser verdades, pueden catalogarse como mentiras. Nuestro lenguaje nos confunde cuando nos propone juzgar si algo es verdadero o falso. No existe tal dicotomía.
Nuestra sociedad reverencia las verdades, y les atribuye una innata cualidad de ser útiles. Sin embargo, como sugería Einsten, ni todas las verdades son útiles para nosotros; ni todo lo que es útil, es cierto o verdad.
Lo contrario de una inverdad es una inmentira. Que es aquello que sabemos con toda certeza que no es una mentira, pero que no está claro por eso de que sea una verdad.
Tratar las inverdades como mentiras, y las inmentiras como verdades, es especialmente común en los tiempos en los que vivimos, sometidos a un exceso de información. Llegan a nosotros tantos datos, y el ser humano está tan habituado en etiquetar los hechos como verdaderos o falsos, que se etiquetan como falsas, muchas de las inverdades, o se considera que es cierto, casi todo aquello que aparentemente no es sospechoso de falsedad.
Este diccionario de palabras inexistentes es verdaderamente inverdadero.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Satirometría

La satirometría es la técnica para la búsqueda y localización de conceptos que carecen de un término que los defina, y su etiquetado provisional con un nombre que los identifique.
Un satirométrico o satirométrica es la persona que se dedica a la búsqueda de esos conceptos. 
El satirométrico, no es un lingüista, ni un filólogo, es sólo un explorador. No comparte con ellos el amor por la palabras, ni analiza la etimología de los términos que emplea. Al satirométrico no le interesan las palabras, sino los conceptos que esconden y representan, especialmente aquellos conceptos huérfanos de un nombre identificable.
Por no ser lingüista, los nombres que un satirométrico otorga a sus conceptos hallados son prenombres, es decir, son nombre provisionales.
La palabra satirometría, satirométrico y satirométrica, son prenombres.
Prenombre es también un prenombre, aunque parezca una tautología.