jueves, 11 de noviembre de 2010

Populescencia

La populescencia es la característica humana de admirar aquello que la sociedad admira supeditando el criterio propio a un criterio popular o generalizado.
La populescencia se hace más evidente en aquellos casos en los que el juicio es subjetivo, como podría ser opinar una obra de arte, o cuando se requieren conocimientos o habilidades previamente adquiridas, como podría ser evaluar un vino. En esos casos el populescente asume los criterios generalizados como propios, en ocasiones incluso los sustituye completamente, castrando su propia opinión.
La populescencia llena cada año los museos del mundo de visitantes para admirar obras de artistas que en realidad no admiran, vende anualmente millones de libros de autores de renombre que jamás van a ser leídos, fleta aviones para visitar lugares que no interesan y es la base económica de regiones en las que popularmente se ha hecho famosa la elaboración o recolección de un producto que en el fondo no difiere de los elaborados en otros lugares.
La populescencia podría interpretarse también como la atracción hacia lo popular o famoso. Los populescentes sienten una especial admiración por los presentadores de televisión, los periodistas que aparecen en los noticiarios, o los hombres del tiempo. Un admiración muy por encima de lo que objetivamente esas personas representan o aportan a la sociedad.
La populescencia nos hace admirar la torre Eiffel, las pinturas de Velázquez, las composiciones de Mozart, y sin embargo no reparar, o incluso despreciar, las obras arquitectónicas, artísticas o musicales, que tenemos mucho más cerca en el tiempo o espacio, como los graffitis en las estaciones del tren que nos va a llevar a ver esos museos.

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